Excelentísimo tío de mi queridísima colega Esperanza Aguirre, este hombre tuvo de liberal lo que yo de tonto. Aquí os dejo el portal que le dedica la buena página "A media voz", con referencia biográfica y selección de poemas: http://amediavoz.com/gildebiedma.htm
Han estrenado hace poco una película sobre su vida que espero podáis ver. Pasará a la historia por su mítico poema "No volveré a ser joven", con el archiconocido "que la vida va en serio uno lo empieza a saber demasiado tarde", que todos los jóenes madrileños ven escrito en letra azul al bajarse del metro en la Ciudad Universitaria; yo os invito a descubrir, no obstante, más sobre este gran poeta del 50. Todo el mundo sabe ya que nada hay más lejos de mi poesía que la poesía de los 50, pero eso no me va a impedir amar y apreciar las grandezas de estos hombres. Hace unos días conocí en persona a Francisco Brines, y la verdad es que me enseñó muy bien aquello de que "la vida pudo ser".
Y yo contribuyo con un poema de Biedma sobre la amistad, que parece ser tema de moda. A estas alturas yo sólo tengo tres cosas que decir sobre la amistad. La primera, es que visto lo visto, cada día quiero más a mi cobaya. La segunda es el poema "Respuesta" de Pepe Hierro. Y la tercera es esta:
Amistad a lo largo
Pasan lentos los días
y muchas veces estuvimos solos.
Pero luego hay momentos felices
para dejarse ser en amistad.
Mirad:
somos nosotros.
Un destino condujo diestramente
las horas, y brotó la compañía.
Llegaban noches. Al amor de ellas
nosotros encendíamos palabras,
las palabras que luego abandonamos
para subir a más:
empezamos a ser los compañeros
que se conocen
por encima de la voz o de la seña.
Ahora sí. Pueden alzarse
las gentiles palabras
-ésas que ya no dicen cosas-,
flotar ligeramente sobre el aire;
porque estamos nosotros enzarzados
en mundo, sarmentosos
de historia acumulada,
y está la compañía que formamos plena,
frondosa de presencias.
Detrás de cada uno
vela su casa, el campo, la distancia.
Pero callad.
Quiero deciros algo.
Sólo quiero deciros que estamos todos juntos.
A veces, al hablar, alguno olvida
su brazo sobre el mío,
y yo aunque esté callado doy las gracias,
porque hay paz en los cuerpos y en nosotros.
Quiero deciros cómo trajimos
nuestras vidas aquí, para contarlas.
Largamente, los unos con los otros
en el rincón hablamos, tantos meses,
que nos sabemos bien, y en el recuerdo
el júbilo es igual a la tristeza.
Para nosotros el dolor es tierno.
Ay el tiempo! Ya todo se comprende.
J.G.B.