Había visto este texto en tu blog pero no me atreví a comentarlo por lo íntimo que me pareció. Sin embargo, y aquí, me dejaré llevar, de hecho, me voy a tomar la libertad de ser quien responda...
Me quedaré los botones rotos cómo un amargo monumento al naufragio de tus ojos. Y es que tus ojos, tus ojos... Son ellos los que se hundían en la oscuridad tras cada declaración incómoda, son ellos el mar donde mi ancla se hunde (y yo con él...), son ellos los que traicionaban tu sonrisa trémula, mirando hacia la puerta, y eran los demonios los que hundían más sus zarpas en mi garganta para que callara. Me dices que quieres ser golondrina, me dices que quieres volar ¡Ave migratoria! ¡Seré yo la zarza que te atrape!
Serán estos botones rotos el obelisco en tu buzón que te recordarán que cómo tu tienes piernas para huir... yo tengo brazos para agarrarte.