Resumen Vital

[i]Nota: lo escribí hace tiempo pero lo publico en el foro[/i]


Voy a resumirme para encontrarme como todos lo hacen, para protistuirme y resoplar confiando en mí misma. Y al mismo tiempo ahogarme en 23º ("si bebes, no condizcas")...a sabiendas que los yogures que se enfrían en mi nevera tienen fecha de caducidad, una fecha que no veo bien (mierda..necesito mis gafas, que por cierto he perdido y han llegado las tuyas). Transparentes, como tú; sencillas y escasas, sin dizfrazarte el rostro. Las mías son negras, de pasta...que cada cual deduzca con solo unas putas gafas.

Sentirme dual; antónima y sinónima, sendos a la vez
Extresada por un cambio racional, pitagórico;
X= a un número
Obligada a pensar en cada escrito fugaz y espontáneo

Alcánzame en mi carrera orgásmica
Retrotáeme a los amores becquerianos
Tiéndeme en el suelo marmóreo de tu espalda
Entenderás mi mundo si eres capaz de cambiar tu punto de vista

Limito mis fronteras
Irrompibles fuertes y robustas (lo son por mí)
Blanqueo el sentimiento de pertenencia, fluctuante
Extremo mi conciencia, sin descansos dominicales
Retiro de tu protección mi confianza
Tratando de convencerme de mi independencia
Aunque muero cada vez que me preguntas, insensateces
Domino mi furia desatada en un pleito continuo

Puede que crea en demasiadas absurdeces
Obcecada en una búsqueda fraudulenta
Existente solo en mi hemisferio izquierdo (el de la creatividad)
Silencio...este es mi mundo
Imaginario cerrado con llave
Andaras el recorrido que establezco para visitas
¿Quieres café?

Y estas letras esto es mi vida

Traicinando en el fondo todo en lo que creo, pero que hoy no me importa
Únicamente oigo el ritmo de tu existencia...y puedo dormir relajada.

SEtefil

Hola, Setefilla.
Voy a acercarme a tu texto con la precaución y el respeto que requieren los poemas que merecen tratarse. Y lo voy a hacer con la sinceridad y la comprensión de lo que es este poema. Me explico. Pese a las tendencias americanas del close-reading y todas esas cosas harto cuestionables, yo creo que no se puede enjuiciar a un Góngora con los ojos mezquinos de un positivista, ni a Ángel González con la mirada pícara de un surrealista. Los textos se retroalimentan de la Voz que los genera, y esta de la escuela de la que nacen. No voy a pedirle a tu texto nada que no esté dispuesto a darme; lo juzgaré por lo que es y quiere ser, no por lo que nunca pretendió. “Cambiaré [mi] punto de vista” para entender este mundo. Esa es la sinceridad crítica que puedo ofrecer, además de cierta comprensión de aquello a lo que responde tu poesía en general. Trabajo bajo la premisa de un yo-lírico esencialmente femenino, y digo esencialmente porque vindico que este poema necesita ese rasgo [+femenino] para comprenderse en toda su luz. Eso presenta toda la serie de conflictos que pueden derivar de la leve accidentalidad genérica de que yo no sea mujer. Cuando la feminidad de un yo es tan acendrada, diga lo que diga (porque no me queda otra que hablar de la mujer y de la Mujer, en un sentido histórico más amplio) puedo acabar tachado de cualquier cosa indeseable que yo no soy. Por eso me aconsejo cautela y te pido indulgencia.

¡Ah, el valor de un verbo! “Resumir”, “entender”, “blanquear”, “limitar”, “retirar”… ¿cómo pueden los comentaristas olvidar lo que nos dicen los campos semánticos? Este poema no es que sea una respuesta limpia a una poesía de experiencia, empírica, “dual”, viva; no es que lo sea, digo, sino que no puede no serlo. Es la causa de su posibilidad de existencia. Estamos narrando, estamos resumiendo una vida, aunque de un modo más redondo, más entero, que si esto fuera una prosa. Pero no podemos ocultar la narratividad del hecho, desde el párrafo introductorio hasta la larga conclusión en un dístico que sin duda es el mayor logro estético de la pieza: “Traicionando en el fondo todo en lo que creo, pero que hoy no me importa./
Únicamente oigo el ritmo de tu existencia...y puedo dormir relajada”.
No es una biografía; es un resumen. Y es el resumen de una rebeldía. De una negativa horizontal a ceder la conciencia, a traicionar una identidad en un proceso de comercio con otra alma, el tú-lírico. Esa rebeldía que autoafirma la individualidad es de tal calado y cariz que no puede no ser fruto de un feminismo (no estoy cargando de violencia el término, hablo de feminidad de un modo más focalizado, de “carácter central de la feminidad”, si lo prefieres) radical (hondo, digo). El amor es una “visita”, y por ende un punto de no iteración (acontecimiento, suceso, puesta en acto, y de alguna manera “drama”); es un evento. Sin embargo, el deseo de esa distancia, de esa negación de la fusión de las dos individualidades que se aman sufre la intensión intrínseca, el conflicto total con la “invitación”, la invitación a comprender tu mundo, a acceder a ti. Por tanto el conflicto es eventual también: la frialdad de una visita que responde al cálido beso de la invitación. En ese sentido, el poema es solvente y entero. Cuadradito.


A nivel estético, yo hablaría de una sobria corrección léxica. Quizás es muy austero o acartonado, en contradicción con las fuerzas antitéticas que combaten en su centro. La retórica del texto, diría yo, es tenue con respecto a la fuerza conceptual que reivindica. Además, teniendo en cuenta que es un poema moderadamente extenso, esa levedad retórica termina endulzando más la tensión, que no debería ser dulzona. De todas formas, la autora lo nota, y prueba de ello es el final, que es como un gong que nos recuerda lo que estaba en juego. Porque ese velado reproche a la dispositio textual, si quieres entenderlo como un reproche, es la petición, a lo largo del cuerpo textual, de más. Más de lo que sabes dar: más de esos finales, de esa gravedad y ese caer que sabes poner a la fuerza de tus palabras. Más de esa forma de dejarlo todo en un verso.
El intento de convencerse en la independencia es precisamente eso, un intento; está luchando a muerte con el deseo de unión. Son la Guerra y el Amor en plena acción de fuerzas contrarias. Lo que estamos apostando es cosa seria.
Por tanto, el texto es coherente y correcto. El acceso a él nos con-mueve. Desde dentro de sí mismo todo es adecuado.

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Podríamos entrar en la polémica del propio contexto que lo alimenta. ¿Lo hacemos? Pero si lo hacemos, entendamos que ya hemos dejado de analizar, que ya no estamos enjuiciando desde dentro. Ahora nos vamos lejos, a los presupuestos.

Este tipo de poesía, pregunto, ¿es capaz de contar lo que cuenta? Quiero decir, y lo planteo desde el análisis general de su lenguaje: ¿Puede una estética realista responder a la pregunta que planteas aquí? Yo creo que claro que sí; responder nunca es imposible. Pero, ¿qué clase de respuesta da? Presuponemos que en la vida, en las pequeñas cosas, en la cotidianidad, nos manifestamos. Pero, ¿somos lo que se manifiesta? ¿Hay cabida entre las neveras, los yogures y el café para lo que somos? ¿O “la realidad”, la narratividad condena a nombrar tan solo lo manifiesto? No es un problema de la realidad, ni de la narración; yo creo que es un problema del lenguaje referencial. Algo se nos termina escapando al poner los pies en la tierra y mirar al suelo. ¿Qué es lo que se escapa en la narración? Se escapa lo que no puede no escaparse, lo que somos. Eso está condenado a la substracción. Lo que somos está confinado a un puntito (más bien un espacio), a un instante, un instante del que yo llevo hablando desde que llegué a este foro. El instante inenarrable en que paramos el tiempo y se queda congelado. El instante en que tenemos el fuego entre las manos. Ese instante, en el que ni fuimos ni seremos, sino que somos, solo puede congelarse y hacerse eterno en la metáfora. Y ese es para mí el espacio de la poesía. Y en el fondo para todos, porque ese “oigo el ritmo de tu existencia” vale más que el mundo entero. En ello somos. En lo demás estamos.

No lo digo como crítica; los presupuestos son teóricos, se trata solo de poner aquí el referente polémico de tus presupuestos. Para darle lustre y entereza a la disputa que hay aquí: la apasionante disputa interna de Ares y Afrodita, y la egregia disputa externa entre la modernidad y la post-modernidad.
Espero que no haberte aburrido mucho. ¡Gracias por el poema!


S.

Me alegro Sergio que siempre me entiendas a veces mejor que yo misma, y digo Yo desde mi Yo vital y no lírico. Porque a veces mi lírico me da lecciones magistrales muy similares a las tuyas. No quiero comentar demasiado porque prefiero dar un poco más de tiempo al foro para que me entiendan, y sepan descubirme desnuda, que es lo que pretendo con este poema. Me encanta que sepas mirar a través de mis ojos, (femeninos) porque sin duda es el posicionamiento más acertado para entender las líneas que he dejado arriba. Sin duda, como bien has visto, es una lucha, el Amor y La Guerra; un Eros y un Tánatos lo suficientemente conocidos entre sí, dentro de mí misma, como para odiarse con mayúsculas. Pero luego, también lo has visto, sólo queda lo vital "resumen vital", lo que soy y no en lo que estoy (muy descartiano te ha quedado eso, no te pega mucho , si te oyera Nietzche). Desde luego el poema es racional, pitagórico, matématico. Mi delirio hacia Spinoza y René.
El sentido de pertenencia no importa demasiado en este poema, no es necesario porque es como si hubiera cogido un párrafo de un texto (sin que importe lo que tenía escrito delante o detrás de él). Ya sabes, o creo que sabéis mis foreros, que para mí la poesía es una unidad estética completa. Un universo acabado, sin más imperfección que la que se le ha querido dar intencionadamente; vuelvo a lo mismo siempre intencionada y no casuísticamente.

Ahhh voilà, los verbos...el movimiento, la vida. No hay otra tipología vocal en el mundo de la linguística que incluya en tiempo en su morfología. El tiempo/el espacio, otro de mis fetiches en esta literatura que adoro. Morir, vivir, viviendo, moriré...los tiempos verbales, los gerundios (que te juro que los intento evitar pero no puedo), será por algo. Es normal que mi poesía se llene de verbos porque en los universos tiene que haber vida, si no ¿para qué crearlos?

En cuanto al léxico, es cierto que le he dado de lado, muy acertada tu corrección, aunque tengo que decirte que no estoy de acuerdo con tu visión sobre el tono del poema. Si que es cierto, que es una guerra interior o exterior, porque al mismo tiempo que peleo contra mí misma, lo hago con mi otra parte exterior (El mito de las almas gemelas) seríamos entonces tres actores en esta lucha (siempre desde mi punto de vista y no desde el otro). Mi Yo, Mi Superyo, y la persona con la que comparto mi vida (que también es mía por derecho). Tres, (yo, yo misma y él). Por eso el tono es suave, porque existe el AMOR. Porque aunque sepas que no es del todo como tú, que no vais a encontraros nunca, siempre queda ese limbo que hay que respetar, que debes y sobre todo que no puedes destruir porque el tercero es tan tuyo que te mutilarias. Por eso el tres, se convierte en dos, y ése dos en uno, YO. (No sé si se me ha entendido, pido disculpas si no). El tono es el que debe ser, para que rasgue, para que hiera pero no para que mate, si no vencería el Tánatos y se acabaría la Guerra.

Por último Sergio tú has dicho "Este tipo de poesía, pregunto, ¿es capaz de contar lo que cuenta?". Sin duda cuenta más de lo que ves. Se trata de un resumen, de un desnudo ante el espejo, de una simplificación de todo lo que soy...

Tú no me has descubierto o no lo has escrito...pero bueno a ver si alguien me Ve...
Sergio, entenderás mi mundo...

Me llevo este poema al santuario próximo más de lectura: El puerto de Blanes, el tren por las tardes, debajo de alguna canción o lo inmediato que se me presente, y me permita disfrutarlo plenamente.

Y me lo llevo porque es un Setefilla!

Que sea el "otro" el que te conozca mejor que tú, es haber llegado a un alto grado de autoconocimiento. Dice Thorwald Dethlefsen que cuando uno llega a darse cuenta de que un vecino o un amigo saben más de nosotros, que nosotros mismos, entonces va bien encaminado en el estudio y descubrimiento de sí mismo. Parece exagerado, pero es un reflejo de que todas las ideas y visiones que tenemos de nosotros mismos son justamente las que nos impiden conocernos. Aquí hay un trabajo de autoconocimiento y de reconocimiento de que la propia visión no es buena consejera y finalmente se reconoce en el otro, al principio con desconfianza absoluta, luego le reconoce portador de su paz.




Sete intenta resumirse, pero el intento pronto será una prostitución, y tiene razón. Intentar capturarse en el resumen, en un poema, es engañarse, romperse, prostituirse, es haber perdido justamente algo de aquello que se quiere retratar: perder un poco de Setefilla.

Intentar retratar las arenas movedizas es prácticamente imposible… Setefilla busca algo firme dar forma a un abismo, y se abraza a “algo” pero sabe que el resultado es falso. No se engaña a sí misma con ello, sabe que ella está en otra parte, indefinida, en la inaprensible arena movediza.
Ser Sete es estar abrumada por los propios pensamientos y vicisitudes interiores, un bombardeo infinito y permanente que recuerdan una tormenta con relámpagos, vientos huracanados, torbellinos… donde la traición es una constante. ¿Traición? ¿De quién a quién? Sete es muchas Setes, pero hay una de ellas que se hace cargo de la identidad. Esa es la verdadera Sete, la traicionada por las otras.

¿Cómo poder entenderte sólo cambiando el punto de vista, si tú eres una rueda cambiante de puntos de vistas que se suceden a gran velocidad?

Lucha interna, traición de Setes a Sete, contradicciones, cambiante, muy crítica e insatisfecha, cruel consigo -es decir con la mayoría de sí misma- y con los otros, buscadora del control: de lo ajeno (para ella relativamente fácil de obtener) y lo propio (donde el fracaso es estrepitoso). En ese mar de Setefillas insatisfechas, abrumadas por el bombardeo que significa ser ella, al final, lo único que parece servirle, es tenderse en el suelo marmóreo de “una” espalda y tener al fin, aunque sea en el sueño (porque hasta en los sueños es inquieta), siguiendo el ritmo de “su” existencia, la tranquilidad tan anhelada y excepcional de su día a día.

Una dependencia para la paz. “Te amo porque contigo estoy en paz conmigo misma”: quizás sea esta “la forma” del amor para ti.




Es un escrito descriptivo, intelectual y duro… diría incompasivo… e irónico. Donde “el otro” sea el lector, o bien los otros que no son tú, son tratados con dureza, sin perdón. Quizás por la excesiva desconfianza en los otros, o la sobrevaloración de las propias virtudes.

Mmmm no sé que más!
Creo que es un fiel reflejo de una instrospección acertada (cruda, incompasiva como debe ser) y dejan como resultado una imagen prostituida de ti, una "etapa de la fruta".