El origen de las especies
Sigmaus Tobbies diferente a Darwin, escribió una perfecta teoría, fácilmente demostrable y entendible por cualquiera de nosotros. Aún así esto no le sirvió para lograr publicarla y sí publicaron la de Charles que con patrañas tales como que provenimos de los monos convenció a muchos infelices científicos y no científicos. Hoy, a la altura del año 2005 y a un metro ochenta del suelo, transcribiré fragmentos escritos por este fabuloso científico sabio Tobbies a quien han callado tanto tiempo los inescrupulosos vendedores de la ciencia y la verdad. También así desvirtuaré cualquier tentativa de plagio de estos sinvergüenzas oportunistas y desinteresados científicos.
Estos escritos llegaron a mis ojos titulados: “El nacimiento de las especies cuando aún no existía el nacimiento”. Si bien no se titulaba: “El origen de las especies”, yo titulé este pequeño artículo con ese nombre a fin de contrastar con la insulsa y vacía teoría Darviniana.
Básicamente Sigmaus a pesar de las reprimendas nos viene a decir que las especies no evolucionan, no se adaptan al medio, sino que nacen nuevas especies así como cuando cambia el medio, o sea, no es que a los canguros les saldrán branquias cuando se inunde la isla de Australia, sino que, si es propicio, nacerán peces parecidos a lo que conocemos como canguros, es decir, nada tienen que ver los anteriores a estos, aunque sean increíblemente similares ante los ojos humanos.
“A donde quiera que se hallen elementos necesarios para la creación, habrá una creación”, escribió el magnífico Tobbies, o sea, no es que la nueva especie, antes de nacer ya sepa lo que debe nacer para evolucionar al medio, porque si así fuera, no estaríamos hablando de una muerte completa y total (algún gen vivo identifica la falta o necesidad de algo, y lo evoluciona formando así la nueva especie). También dice que estos elementos de creación abundan en todos los sitios, o sea, que la formación de nuevas especies es infinita así también su desaparición. Supongamos que se encuentran en el espacio una molécula de hidrógeno con una de oxígeno, en los oportunos charcos, a una cierta humedad y temperatura. Estas condiciones son las apropiadas y justas para el nacimiento de los Cloroportus por ejemplo, pero lo que Sigmaus intenta explicarnos es que a unos dos metros de ese punto exacto, se encontraron los mismos elementos pero con una ínfima variante, por ejemplo en la temperatura, las cuales condiciones son justas para la creación, no de los Cloroportus sino de los llamados Cloropirtus, una espacie distinta, proveniente de una fuente totalmente imposible de lograr en las condiciones donde se originaron los Cloroportus tanto como camellos en ese mismo lugar. Entonces las especies serán parecidas, inclusive muy similares las condiciones de su generación pero no serán jamás las mismas puesto que se necesitan absolutamente “todas” las situaciones, cantidades, intensidades e inclusive surgir en el mismo tiempo, es decir espacio, para ser de la misma especie. Por lo tanto jamás podrá ser de la misma especie un organismo que no lo sea absolutamente.
No es que los cocodrilos de antes, eran peces, sin patas y que las fueron adquiriendo a medida que salieron del agua para alimentarse. ¿Adónde queremos llegar con esta regresiva teoría? Los cocodrilos siempre fueron cocodrilos y siempre fueron de la misma especie. Los anteriores parecidos no eran cocodrilos “involucionados”, sino otros animales, otra especie.
El fallo o problema de estos científicos de pacotilla reside en la insistencia de etiquetarlo todo, de clasificarlo, de ponerle un nombre. Pero esta costumbre no debe condicionar ni pautar ni siquiera debe tenerse en cuenta a la hora de vaticinar el origen lógico de las especies, porque sino nos vemos condicionados a números finitos y a nombres clasificables, cuando la naturaleza nada sabe de esto, al contrario, es infinita e inclasificable totalmente, siempre auténtica en el tiempo, o sea el espacio, única. Por supuesto que los escritos de Tobbies acuerdan con esto, si no fuera así, estaríamos invadidos por tantas etiquetas como vidas existen (tengamos en cuenta que el nacimiento no se detiene, ahora mismo se estás originando nuevas especies en todas partes).
Los escritos de este señor concluyen diciendo que no existe “el origen” de ninguna especie en el tiempo. Sino únicamente en el aquí y ahora puesto que éstos son ingredientes irremplazables de las creaciones y condicionantes esenciales. Por tanto no existe evolución, no puede existir. Existe el encuentro de los ingredientes necesarios en el entorno necesario para la especie adecuada en ese lugar y tiempo. Pasado ese tiempo, es otra especie la que nace, responde a otro entorno, adecuado a los cambios que se sufrieron, etc., etc. Hay una premisa que debe comprenderse para interpretar puntos en las teorías de este magnífico personaje y es la que afirma “Lo único constante es el cambio”.