Como todos los poemas que comienzan in media res y que nos dejan con el final en vilo, tu poema convoca a la congoja. Me sorprende lo abrupto que es el final, como si le hubieran robado varios versos que emanciparan un colofón estándar. Pero en realidad comprendo que esa brusquedad es la necesaria, y que muy probablemente lo único válido sea cerrar la reflexión con esa imagen en que el tú amoroso es como una estatua... pero no una estatua marmórea y clásica, sino de roca. ¡Roca! Ese tipo de juegos lingüísticos son los que me agradan el paladar y me engolfan de belleza. Porque que ella sea de roca, remite a una estatua, pero sin embargo, roca nos lleva a algo mucho más escarpado, mucho más sórdido y brutal. ¿Un mar embravecido? ¿Una montaña amenazante? ¡Eso es roca! Esa multiplicidad de referentes es la sutil magia que me hechiza. Porque cuando un verso -y hablo de verso porque para mí esa imagen se apodera de la propia idea de poema -cuando un verso, decía, es capaz de posarse sobre un sitio, pero lanzar un garfio de oro a otro lugar... el prodigio se abre camino. Y es fácil llamarlo como lo llaman los teóricos, dialogía, o simplificarlo en llamarlo metáfora, pero los juegos de la designación son algo trivial si nos enfrentamos a la riqueza profunda que reivindica construir así nuestra poesía.
Yo sigo siendo amigo (voy a usar la voz de Alberti unos renglones, que nadie se me irrite) de aquella "rima pobre", que es la que "apenas suena". Creo que una vez me comentaste (pido disculpas si fue otro usuario) que tus accesos de rima tenían algo que ver con una batería, así que no insistiré en ello. En realidad la manía que le tengo a la rima es posiblemente una tacañería de abuelo cascarrabias que ruego disculpes... supongo que estoy demasiado acostumbrado a leer en verso blanco a estas alturas del partido en que me han obligado a ser moderno.
En cualquier caso, creo que ese verso al que me he referido ejemplifica perfectamente lo que debiera ser todo poema, y en verdad creo que el reto de un poeta es construir un conjunto de unidades (a lo que "llamarás poema", Derrida dixit) erigidas sobre esos paneles de referencia que puentean los límites de la significación y vertebran el horizonte de lo inefable. Creo que esa es la clave y me alegro de que la apuntes. Gracias.