LA MAGIA DE LA POESÍA

Esto es un texto.
No es un poema, porque hoy los tengo todos muertos. Es un texto entre paredes. Lo pongo aquí por el nombre. Y por la intimidad que últimamente tiene este sitio, tan en silencio. Se trata de un texto en voz autobiográfica. Quien os habla no es un narrador, no es una figura creada para parir palabras figuradas. No.
Yo de pequeño leía por inercia. Porque me gustaban los animales y luego los dinosaurios. Y luego de nuevo los animales, y mis padres me explicaron que tenía que ser biólogo. Y todos me compraban libros enormes de tapas oscuras con muchas ilustraciones. Y me llevaban al zoo dos veces por año, con una tía que me estimaba mucho. Tenía 7 y 8 años.
Después pasó que un día se equivocaron y me compraron un libro, una novela de Christian Jacq, que es un señor muy francés que escribe siempre sobre Egipto. Y entonces leí mucho sobre Egipto, y toda la gente empezó a comprarme libros enormes de pasta dura con muchas fotografías de faraones. Y mis padres me dijeron que tenía que ser egiptólogo, y a mí me contó un señor que vendía periódicos que eso se estudiaba en Barcelona. Y mi abuelo me prometió que si le tocaba la primitiva iríamos a Egipto, pero en barco, porque nos dan miedo los aviones (hoy todavía sigue jugando y siempre me lo recuerda). Y un señor mayor al que nunca vi en persona y que ya está muerto me compró el libro más gordo y más bonito de todos, lleno, llenito de imágenes de faraones. Y hoy está en el salón porque es muy grande, y está lleno de polvo.
Son esas cosas que pasan a veces, ya saben.
Me obligó mi madre a escribir un poema para un concurso con 9 años y gané, y me dieron libros de animales -pero claro, a mí ya no me gustaban-. Y desde entonces no volví a escribir cosas de esas de poemas, sino que sólo las leía. Yo leía siempre a un señor muy guapo, de Sevilla, que parecía como de Bélgica por el nombre, Bécquer. Entonces se daba esta situación: que yo era un futuro biólogo que quería ser un poeta sevillano. Yo no sabía, claro, que todo vuelve sobre sí y que algún día cada palabra de mi vida, como un añejo pergamino de Melquíades, cobraría sentido.
Luego, volví a escribir, porque me salió. Mi primer poema, siempre lo digo. Y hablaba de la verdad. Y yo tampoco sabía que aquella tontería me llevaría a estar dispuesto a matricularme en el primer curso de Filosofía. "Con la verdad yo no me atrevo", decía aquella estupidez. Pero yo ya me atrevo. Me atrevo con el ser, y con la luz que lo sustrae de su abstracción: el verso. Ahora sé que no se trata de hacer poemas sobre la verdad, sino de hacer, de encontrar verdades con los poemas.
Entonces, después de conocer a la Mujer con nombre de mar y al Filósofo más grande de todos, rompí a volar dispuesto a cruzar los límites pérfidos del significado. Estudio Lengua Castellana y Literaturas Hispánicas porque amo cada uno de estos verbos que nadie está leyendo. Porque me muero al pensar que con ellos se contruye mi mundo, que ellos, tarde, más tarde, son lo más posible de mí.

El precio es que ya nadie me entiende. Me siento solo y derrotado. Decirlo es minimizarlo, porque no hay una palabra que le pegue a este sentimiento. Si esa palabra existiera, la pondría en este consecutivo espacio en blanco: . Pero ya veís, no la he puesto. Quisiera que mirarais ese hueco en blanco donde no está la palabra. Porque ese hueco en blanco es lo que soy ahora mismo. En ese hueco habéis desdibujado mi retrato. Y en ese pozo, en ese pozo de lo que nunca se ha escrito, me he dejado morir, como me pide siempre Germán, y me he desangrado, como exige Zaratustra a quien escribe. Ahí lo tenéis, ese es el hueco en blanco de la palabra ignota donde ya no he sido. Apartad los ojos de él.

Y lo mejor de haber desaprendido español y de que ya nadie me entienda es que puedo decir lo que yo quiera. A los causantes de ese pozo en blanco, que los perdono. A las ausencias, que nunca las olvido. Que no hay razón para dejar en blanco un corazón cargado de recuerdos. Y si hubiera una palabra para cada fotografía que tengo a vuestro lado, la pondría al lado del hueco. Como las ilustraciones de mis libros de dinosaurios, apoyando en la ciencia novísima a unos torpes ojos y tempranos. Y si me siento solo, ¿qué más da? Abbiamo vinto! Hemos vencido todo un mundo de significados.
Y lo demás, no importa. que se lo lleve el viento, dijo Blas de Otero. "Chanfainas superexplotadas en los negros rincones....". Yo he renunciado al ire. Me hic la tierra; si vinierais a mi pecho un instante veríais el aliento de la Tierra. Si hubiera palabras, ¡si las hubiera!. Resulta ser que lo que os dije vuelve a tomar sentido. "Habéis de entenderme a mí sin palabras". En este quicio del mundo una paloma (blanca, por ello el hueco) os mira con los ojos cansados. Y lo digo porque quiero y porque puedo en este rincón grisáceo, en un oscuro foro, donde ya no hay oradores.

Tengo muchas ganas de ir a Sevilla!!! Muchassss!!!!

Analizaste uno de mis poemas, así que creo que tengo derecho a anlizar este texto tuyo. Quid pro quo. Sé que no me conoces, y me da un poco de vergüenza y temor el hecho de haber mirado, como quien mira la ropa tendida, este trozo de tu alma que has dejado aquí. No has escrito una poesía, así que dejemos la métrica y demás a un lado, y centrémonos en el contenido.
Hablas desde el fondo del corazón, y eso se trasluce en cada palabra. Hablas de tu infancia como si de un anciano te trataras y lo transmites bastante bien, pese a que eres muy joven. Cómo vas pasando por cada escalón de dicha etapa, cómo evolucionas, es simplemente magistral. Es magistral también el lenguaje que usas para expresarte. Esas palabras tan largas, enrevesadas y con tantos acentos que hacen que parezca una obra de Homero, y sin embargo hacen el texto sencillo, ameno de leer, peligroso... Peligroso digo porque, sin darte cuenta se te clava en el corazón, te hace identificarte con él.
Para continuar con este intento de comentario, me gustaría resaltar el sentimiento derrotista que traduces, que realmente no es tal sentimiento, sino una sensación de nada. La forma de expresar esa nada, esa ausencia, tan dificil de calificar, y sin usar ni una palabra, te honra. Como contraposición, no considero que nadie te entienda. No te conozco, y quizás vaya más allá, pero creo que todos en parte nos sentimos como tú, por lo que hacemos, por cómo lo hacemos...
Lamento no saber hacerlo mejor, es de las pocas veces que comento algo en mi vida, y siento que me dejo mil cosas en el tintero que no sé expresar, y mil cosas más que ni se me pasan por la cabeza. De cualquier forma, creo que debo llevarte la contraria. Por lo que dices, cómo lo dices, por lo que transmites sin decir, y diciendo, por las imágenes... he dedecirte que esto es lo que yo considero poesía. Le has cambiado el formato.

PD: Quería comentar este texto por lo que significa y porque con él te has ganado mis respeto
PD2: Si no quieres que comentarios tan caóticos como este se escriban, la próxima vez coméntate tú, que se te da bastante mejor

"Suave como el peligro te acercaste un día..."
Me hace gracia que digas que el texto es peligroso. Estoy de acuerdo contigo, Crow. La literatura es un peligro, en sentido amplio. Es, y sigo citando a mi amado Panero, "el peligro de vivir de nuevo". Y eso tiene mucho que ver con este texto, que a mí me parece que no está demasiado bien escrito, no creas. Su valor residiría, en caso de tenerlo, en ese frenazo que hay al final, y que tú has visto. Parece que lo escribe un viejo porque en el texto solo hay pasado. No hay futuro, todo es una inercia ya resuelta. Yo siempre he pensado que cumplo aquello que decía Gaos de Campoamor, que parece que nunca he sido joven, pero en realidad tampoco estoy muy seguro de que eso sea lo que pasa aquí. Más bien creo que se trata de ese miedo a vivir de nuevo del que te hablaba. el miedo a dar un paso en falso y que no haya lazarillo que te sostenga.

El problema del significado es algo que me corroe por dentro en los últimos tiempos. Conforme camino, me alejo. Eso es una evidencia física que acarrea algunos problemas prácticos, la verdad. Y sí, posiblemente sea algo que todos sentimos. Crecer es separarse de los otros, que diría Fromm. Quizás escribo porque eso me permite acercarme a las palabras, como si fueran un testigo capaz de comprender todo cuanto digo. El implied reader, que dirían los narratólogos, es como un inexistente convidado de piedra que me conforta profundamente: un lector imaginario que pudiera entenderme; es cuanto necesito!
El propio problema del significado comporta el compromiso que adquiere cualquier lector para enfrentarse a ese "trauma del sentido" que es la propia literatura. Precisamente por eso es importante tender redes entre lector y texto; yo opté aquí por un irritante tono infantiloide que oculta lo que tú dices que es un peligro. El hechizo y la magia... hay teóricos que creen que esa es la esencia de la poesía. los poemas, dicen, son brujerías que nos atrapan en las redes del significado.
es una aventura apasionante a la que yo por supuesto aún no sé conducir a ningún lector.

En cualquier caso, creo que te ha gustado el texto y para mí es un honor que al volver tras tanto tiempo al foro hayas posado los ojos sobre mi "grosero estilo" (viva Cervantes!). Muchas gracias por tus palabras; a mí no me han parecido caóticas, ni un mal comentario. Espero que podamos verte algún día por Sevilla del 26 de julio al 1 de agosto. Sólo queremos hablar de poesía, únete.

Un abrazo.


P.S: En breve aterrizaré yo por tu último post, descuida. Likug, ya sabes: es un lujo contar contigo.

todo desde mi humilde opinion valorativa...
si alguien me preguntara por este foro, y me pediera que le mostrarael anima que lo encarna, lo mas probable es que le dejara leer este texto dos veces y media: una para saborearlo, otra para entenderlo, media para palpar el silencio que deja... comienzas con una introducción llamativa, me dices que eres poeta, en la calma, un zumbido en la tranquilidad y dejas muy claro quien es el que escribe, a quien hay que leer. Hasta que me incitaste a encontrar verdades con los poemas, fui un tal Sergio, por la misma inercia que reina silaba tras silaba. Realmente no sabría decir como me sentí: tal vez entre aturdido y agudo, tal vez no. A partir de cuando he citado, volví a mi experiencia, al ser que escasamente conozco de mi, y te le leí desde él, tambien sin desearlo, solo por la desatencion de mas remedio. Traté de mantener la distancia, pero la pelea debía llevarse al cuerpo a cuerpo, sino, no era oportuno continuar. Me topé entonces con una lucha por saber, saber que soy, en presente, y coincidi con ese hueco en blanco, y comprendí todo lo que al menos quería en ese tal sergio ser, y lo que en mi representaba, y no pude apartar la vista de el, por un momento. Luego nostalgia, melancolia, luego aprehensión, asimilación después, y al final un duelo terrible con el mundo que me rodea, mundo que se me crea a través de la palabra, palabra de la que pienso y de la que soy, un duelo conmigo mismo. Esto es lo que yo sentí, nadie me lo puede quitar ni me lo puede tachar de incierto. Tal vez se aleja del proposito con el que fue escrito, y su autor tenga la sensacion de que haya sido leido por un loco, tal vez...

Desde luego, si yo no fuera el que lee ese texto, diría que es imposible más coherencia, que ilustra la coherencia del átomo, que lo es todo estando aún vacío. Desde luego, la última sensación que deja el texto, es una envidia sana, un deseo de intentar superarse, y una incógnita ¿puede superarlo también su autor? Es magnifico.

El comentario que dejé, ese que decía:

"Tengo muchas ganas de ir a Sevilla!!! Muchassss!!!!"

era toda una declaración de intensiones, una frase valorativa del texto y un deseo. Se confirmaban mis ganas de ir al leer el texto, porque da para tanto que sólo discutirlo en persona me habría quizás satisfecho.
Incluso me llevó a colgar el texto “Se han quebrado todos mis sueños” que llevaba escrito y no estaba del todo convencido de colgar. El motivo fue una cierta correspondencia entre tu espacio "vacío" y mi "nada".

Siento impotencia si tengo que conversarlo, sin la necesaria posibilidad de una aclaración inmediata, como la que proporciona el bis a bis, en estos temas.
Sólo decir que me complace sobremanera que aunque pretendamos hacer literatura como último propósito, terminamos por hacer algo con nosotros mismos. Aquí es cuando le daría la razón y me quitaría el sombrero ante Bécquer, si el sentido de su verso no fuera sólo romántico, cuando escribió "Poesía eres tú".

Para el escritor, el Ser es la finalidad de su búsqueda. Pero la huella que deja esa búsqueda es lo que llamamos literatura, lo que los otros ven.