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Sólo los sabios pueden mirar donde los demas no ven nada Emesga, nueva directora de la revista Keraynós |
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| Carta a la soledad I | |
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LIKUG Tejedor de Sueños
Cantidad de envíos : 227 Edad : 45 Localización : BARCELONA Fecha de inscripción : 08/08/2008
| Tema: Carta a la soledad I Miér 02 Sep 2009, 05:51 | |
| (Para mi, el más profundo, al más allegado a mí forma de ver, quizás el más parecido a mi?... en aquel tiempo algunos, por un tiempo, pensaron que Fenix y Likug eran la misma persona, para mí era todo un honor. Que lo disfruten!!)
Carta a la Soledad I
Después que todo se ha situado en un lugar donde lo cóncavo y lo convexo no hayan su desforma, su destiempo, su primer latido y; te he recolectado en la imagen de nuestro álbum fotográfico; te he llamado cadáver y suicidio y además, me he percatado de que tú sabes mejor que nadie cómo olvidarte de mí cuando estás a mi lado, sabes el momento exacto para fugarte en el abrazo, cómo inyectarme de miedo para no verte fantasma ni mueca aburrida, cómo indagar en los resquicios de memoria que deja el destino y sus presagios. Y a veces, comúnmente, cuando a punto de llegar a dormir a casa después de cada jornada de trabajo, tomando el teléfono en mis manos abro una dimensión perdida por mi tiempo y mi espacio; la abro desde que tomo el auricular en mis manos y pienso en el número que representas, tu número de ocho dígitos, tu clave para acceder a través de la distancia a tu oído, a tu pensamiento; pero noto que me salgo de mí, que soy otro número puesto sobre este aparato gracioso y tengo que pactar con mi resistencia, con mi imaginación evasiva, la tregua que me permita sentirme parte del lado que me corresponde, este lado de la línea, este momento en que te escucho y me vuelvo tú, pese a las consecuencias inminentes de la distancia y el fracaso de la comunicación. Entonces abrimos las bocas para dejar escapar las moléculas que nos unen en lo eternamente vacío y me pregunto ¿Qué materia ocupamos sobre la memoria? ¿Qué lugar habitamos a la hora de quedar dormidos con los ojos abiertos? Y finalmente perecer y callar a la voz que se escapa por la lengua como una serpiente que hipnotiza a su presa para inyectarle su veneno, como el viejo sabio y su aprendiz que intenta mantener vigentes los valores de la herencia; él abriendo paso por la brecha, a un infante que lo puedo conservar pese a los años; y los años somos todos los humanos que cambiamos la estrategia de morir, de saber estar a tiempo en donde nadie nos llama; aquellos que citamos al amor en un café bohemio para pedirle un gramo de atención y finalmente, caer al precipicio de su sombra; porque no sabemos estar a solas con nuestros cuerpos, no sabemos qué órdenes darles antes de seguir el rumbo hacia la tumba... Y así ni la fe ni el teléfono comprenden lo que una boca traduce cuando las palabras emergen desde su pozo para edificar monumentos de mármol; y lo compruebo cuando escucho a tu cadáver responder del otro lado, tu lado: bueno, pero ¿Qué va a estar bueno? Nada más se nos ocurre cuando viene de su espacio la otra parte a completar: "¡Hola, soy yo! ¿Cómo has estado? Perdona si te molesto, sólo quería saludarte y saber cómo estás..." Así damos forma al abismo, decimos: yo, y yo sin yo es estar solo, es estar cortado, perdido en el calcetín de una puta que no cobró por sus servicios... Díganle a la soledad que no se aparque, perros, hoy es el día de abrir la tumba y expulsar toda su cabellera, que se largue al firmamento donde no se conoce nadie entre sí, de ahí debemos provenir siempre, austeros y difamados por el médico que nos recibe; no por Dios, no, ese es un gato pardo disfrazado de farsante; que nadie toque las campanas, que nadie marque algún teléfono, quizás algún día en la sorpresa de la incongruencia, del otro lado de la línea nos respondamos a nosotros mismos...
Fernando Labastida, alias FENIX. Mexico. Ex-administrador de "La Poesia que Guarda el Infierno" | |
| | | LIKUG Tejedor de Sueños
Cantidad de envíos : 227 Edad : 45 Localización : BARCELONA Fecha de inscripción : 08/08/2008
| Tema: INTROSPECTIVA Miér 02 Sep 2009, 05:59 | |
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Sin el costo de la bondad ¿Qué sería del sujeto? Epigrama. Mudo atardecer. Dylan sin guitarra. Bosquejo principal de las estrellas, sin surrealismo. Gárgolas borrachas. Soledad de las palabras. Almanaques romanos, sin fechas. Teatro griego sin tragedia. Luna sin poeta. Poeta sin poesía. Fango sin serpientes. Fábula desértica. Miedo y holocausto de la farsa. Guión sin texto. Todo delegado por la ciencia de los locos. Merolicos yuxtapuestos sobre cuadros vicentinos. Maquiavelo derrotado por el príncipe. Flor sin sexo. Pesadilla de luceros calcinados. Huesos destrozados en su guerra contra el polvo. Olvido púrpura. Hiel sin sangre. Cementerio sin fantasmas. Diego Ribera sin revolución. Otras cosas suelen ser las fantasías. Mujeres transformadas en dioses tercos, en efímeras caricias sobre las alas de la mariposa. Armas bajo el yugo del reloj. Tiempo concedido a los lagartos del minuto. Muerte derrotada por el parto. Sol sin cielo. Respuesta sin pregunta. Árbol talado por el viento. Virgen de todos los pecados.
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Hubieses todo concedido tan sólo con desearlo, pero se esfumó completo el mundo tras la recia desvergüenza del diablo. Pudo tomarlo todo el sol. Ese sí que es un señor sin prisas. Perpetuamente se encuentra, terriblemente cansado entre las nubes, bajo la noche, tras la ceguera. Vidas ultrajadas a los libros nos condenan. Los rostros del amor nos crucifican. Barrabás ha tomado el trono de la única justicia. Este síntoma acrecienta el hematoma. Ya ni rezo. He extraviado mi bolsa de canicas en el sueño de Caín. La raza se ha mutado en una especie terca. Híbrida es la prosa al unísono. Toda la secuencia de lo oscuro se ha clavado en el marco de la puerta. Ahora la permuta tiene nombres infinitos. Los celos lacerados. Yagas han marcado las heridas de los pueblos, despoblados. El unicornio emerge para castrar su cuerno. Apunta su destino a un siglo bombardeado por la indiferencia. Mi padre se levanta de su cama. Vela por este encierro. Me ha heredado su celda y le sabe a victoria. La tarde se hace pequeña para abarcar la vista. Ni el pan ni el vino aplacan el hambre. Otras ocasiones preferí la salsa de la trova. Los murmullos de Sabines..."Los amorosos". Los cuentillos de terror a las diez de la mañana. La sábana mojada por el llanto. La cama deshecha para no extraviar el sueño. Así me lo enseño mi principito para no sepultar el origen de los miedos. Cerdos y chillidos, en el fango purifican su pasión. Ya las fuerzas han colgado los zapatos. Los pies descansan.
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¡Mira llorona! ésta es la nueva trama de tu historia. Tus hijos morirán a manos de tus nietos. Tú vendrás a solapar sus insolencias. Los eclipses van en boga, de boca en boca para aplacar el eco. Pudo ser de otra forma y eso, lo sabes. Inquisición practica el homicida para saciar sus penas. Unas y otras veces los espectros se maquillan. Decorosos cuerpos, desnudos, toman los collares para destruirlos. Miro la foto azul del océano sobre el buró. Los negativos de las olas esperan ser revelados.
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Ni siquiera estoy seguro de estar embarazado. Voy a cortar algunas letras del diario matutino. Haré un rompecabezas bajo el tablero de ajedrez. Una y otra vez desvestiré las muñecas de porcelana de la abuela, así tal vez comprenda el arte de la seducción. Aquella desnudez quizás encarne la respuesta del porqué de la sangre en las toallas femeninas. Y una y otra vez más, invocar el erotismo de las musas incorpóreas. Con una pierna sobre el hombro y la otra abrazando la cintura. Así le haría el amor a la mujer perfecta: ¡A la puta! Y al vaso, sin aquello que requiere para ser vaso, le haría el honor de llenarlo con un poco de semen sin desperdiciar una solo gota. Dibujaría mi falo con la gracia con que el perro orina el poste de luz. Lo hundiría en ella, la sombra, la vagina hecha de plástico reciclado. Así también tendría, un llanto más puro, más blanco. Iré de compras a sus senos, dos o quizás tres litros de leche le vengan bien a mis entrañas. Esas tetas serían lactadas por mi monstruo, por la boca de este terco espíritu, este que emula los deseos carnales, los fastidios del hombre por la perfidia, por los estados oníricos, el anarquismo y las plétoras de la hembra. Ni cansado ni hermafrodita podría fumar, tomar la botella de vino, tirar la savia revuelta en la saliva del alcohol. Esos lujos son propios de un macho. Yo soy un niño de brazos a mis nublados años. La tarea se hace desde ayer al cuarto para la muerte. Mi coloquio. Mi tallo de espinas. Mi lirismo a flor de piel, de día, de girasol. La lepra en el labio del dedo. La caricia a los arcanos del pasado. El pelo de gato endulzando mi comida. El moho entre los dedos del pie. La huella de mi paso que recorre la espalda de la mujer amada. Amada ella, la dueña de mí. La mía. La de nadie más, que de ella, sin ser ella, por ella, por su espalda. Altas y bajas, curvas de observatorio aparecen entre el Este y el Oeste de su trozo de queso agujereado. De quien si no de ella. Pero no de mí. Es su trozo que mastica con apuro. El trozo de su zodíaco. El géminis que incesta con sus dos caras. Las opuestas. Y va la lágrima, sonámbula, recorriendo la cama de la mejilla, mejillones de careta, máscara, antifaz de la retina que retira, la más profunda causa del espíritu. El polvo en la pestaña, la nalga tatuada del rencor, la derecha, no la izquierda, la que soporta la patada de la vida. El destino del vagón. El mono que cae del cielo, el que surge del barro. La niña del ogro, la celestina, Lisistrata, Afrodita y Tonatzín. No Eva Perón ni la madre Teresa de Calcuta, ellas, las pioneras del fastidio, las amigas de la tragedia, el cinismo y la revolución.
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Yo me abstraigo un poco para colgar este cuadro. Mi bicicleta rodando sobre el eje de un planeta cuadrado. Murciélago piojoso. Nicho, madriguera y hogar. La puta madre que me ha parido es un zorra, una calumnia que tira de mis testículos, una caricia fácil de sobornar poniendo cara de "yo no fui", carita de pendejo y no precisamente enamorado. Ese sohar, atrapado en el himen de la doble matriz. El óvulo cáustico que engendra arañas. Pesadillas estas, aquellas, ninguna. Memo Gonzáles encuera el pollo que crió desde pequeño, que sigue pequeño, pero irradia dolor al mostrarme la perra negra que lo mordió la madrugada en que se dio cuenta de que no existía. Y así lo encontré. Era Macbheth al rojo vivo. Tibio merolico del suburbio francés, le acompaña desnudándole la mano como se desnuda a una vieja alcahueta.
6
He orado por todos, los he colgado en el tendedero de casa. Hace algunos millones de, segundos, que he partido al centro de la tierra. Ciclos de orígenes me torturan a cada tanto que me atrevo. Y vuelvo a ella, mi ella perpetua, la que de nada me sirve cuando me sueña. Ella que sabe contar las historias en las horas del sexo, nada propicio, pero seguro que se arma el escándalo.
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¿Qué tan siameses somos? ¿Cuántos gemelos formamos al ingerir el ruego? Estropajo de plata para los pisos, ya no para la tierra. ¿Cómo fue la historia a dejarme huérfano? ¡Padre de la poesía, te sigo esperando! Has anclado tu barca cerca del muelle obtuso. Cóncavo te encuentro, diluido por la sangre, por la fuerza del río, por la orina y eres nada ¡Padre tuerto! Me saben a miel las miserias mentales, las ancas de rana, las costillas de ratón. Lupanares de ebrios invidentes pululan en las mangas del reloj. Yo limpio el vómito de sus entrañas. Yo sé que las cantinas son lugares apropiados para hacer política y gobernar a un pueblo. Yo lo sé, nadie me lo ha dicho.
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Por Alá escribiría una Biblia, pero Alá ni la Biblia se asemejan a lo humano. Lo amorfo es el producto de la mezcla del miedo, la inocencia y la cobardía. Un ejemplo claro, la pretensión de Lennon y la honestidad de Jodorovski. A veces el reptil quiere volar y el pájaro lo caga, así cada cual conserva su lugar, a menos de ser Dios, pero Dios ha sido reservado sólo para unos cuantos. No todos tenemos la capacidad de construir un mundo en seis días y descansar el séptimo. Para otros basta el acudir los domingos a escuchar sermón, o conformarse con ser más populares que aquel individuo de nombre Jesucristo. Pero ni mi hijo bíblico ni Lennon ni Jodorovski tienen agallas para disociar lágrimas de pensamiento, óvulo de esperma. Mi palabra se concede al que me ignora, no al que me corona de silencio y se va de puntillas, a coger las manzanas que caen del vientre de Eva...
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Tiempo. -A luz que se extingue, ruégala. Prisma. -Él paria sentado en el banco del augusto, sempiterno, ilegible: Belcebú, rey de las tinieblas. Orador. -Santo/apócrifo, caimán vagabundo del saco roto. Alá. -Sueño frustrado. Risa. -Infierno terrenal dentro del paraíso. Claustro.-Sitio donde la masturbación es sorda. Silencio: sólo la palabra.
Fernando Labastida. | |
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