Yo muchas veces he dado gracias a los dioses de que Quevedo viviera hace tantísimos años. Creo que si hubiera sido coetáneo mío su persona hubiera eclipsado al poeta y no hubiera sabido apreciarle igual. A mí siempre me dio mucha pena Góngora, hundido por Quevedo sin pena ni gloria, pero la verdad es que como poeta Quevedo es brillante.
Creo que la gran aportación del barroco (reduzcamos este barroco a Lope, Calderón, Herrera, Góngora y Quevedo, por ejemplo) es el dominio y perfección del soneto. Quevedo es un maestro del endecasílabo, y así lo deja bien claro en este ejercicio sublime, muy conocido y, francamente, flipante:
AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE
Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;
Mas no de esotra parte en la ribera
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un Dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido,
Su cuerpo dejará, no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.
P.D: las médulas no llevan tilde, en el siglo XVII la palabra era llana; es importante porque sino la cadencia no es tan perfecta.