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 Sobre Calino y la lírica arcaica griega

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Jaskier
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Jaskier


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MensajeTema: Sobre Calino y la lírica arcaica griega   Sobre Calino y la lírica arcaica griega Icon_minitimeMar 26 Oct 2010, 13:56

De este tema tan interesante quisiera dejar un poema del libro "Líricos griegos arcaicos", del cual puedo disfrutar gracias a dos bellísimas personas, que, acompañado de un prologo MAGNÍFICO de Juan Ferraté merece sin duda, un lugar en nuestro foro, y dado el amplio caracter filológico del prologo y la explicación del poema, que abarca toda una época, he decidido que aquí es el lugar idoneo para ubicarlo. Este es el poema de Calino, a continuación su explicación según el prólogo de Juan Ferraté.

Calino.

I

¿Hasta cuando estaréis recostados? Jóvenes, ¿cuándo
tendréis un pecho valiente? De tanto abandono
¿no os avergüenzan los pueblos vecinos? ¡Pensabais quedar
en paz, y a todo el país lo tiene la guerra!
-----------------------------------------------
que todos lancen el último dardo, al morir.
Porque es noble y glorioso que luche el hombre, en defensa
de su tierra y de hijos y esposa legítima,
con quien los ataca; y la muerte no habrá de venir sino cuando
las Moiras la hilaren. Hala, id todos al frente,
lanza en mano y oculto detrás del escudo el robusto
corazón, tan pronto se trabe el combate.
Pues no está en el destino que el hombre se libre de muerte,
ni aunque remonte su estirpe a un dios inmortal.
A veces, uno que escapa al estrago y al golpe del dardo
regresa, y la muerte fatal lo encuentra en su casa.
Mas a ese tal no lo quieren ni lo echan de menos, y a otro
lo lloran ricos y pobres, si algo le pasa;
porque, al bravo guerrero que muere, el pueblo lo añora
y, si vive, casi lo tiene por dios;
porque sus ojos lo ven igual que si fuese una torre;
porque cumple hazañas de muchos, él solo.

"Esta obra se cantó, con toda probabilidad, es un symposion (cf. V. I.), y contiene una exhortación a luchar en defensa de la patria, motivada seguramente por el peligro que para las ciudades de Jonia representaron, en la primera mitad del siglo VII a. C.,
los pueblos cimerios, invasores del Asia Menor.

La obra nos ha llegado probablemente completa, si prescindimos de una laguna de extensión indeterminada despues del v. 4. Su estructura es muy simple, de lineas muy claras, y al mismo tiempo extraordinariamente efectiva en su desarrollo sobre un esquema básico en el que se combinan y alternan la exhortación y la reflexión. Veamoslo, en efecto.

Las dos preguntas iniciales contienen una incitación a la decisión. La primera ve la decisión como un término (<<¿Cuándo se acabarán vuestra holgazanería e indecisión?>>), la segunda la considera en su principio (<<¿Cuando empezaréis a mostrar decisión y coraje?>>). Las dos frases sigueintes constituyen otra pareja igualmente caracterizada por una oposición interna. La primera apela a un sentimiento subjetivo: la vergüenza. La segunda refiere a una realidad objetiva: la guerra general. En ambas se evoca la misma circunstancia colectiva (la conciencia personal de <<los vecinos>>, de un lado; la mera factacidad impersonal del <<país>>, del otro), que sirve de fondo y contrasta con la conducta particular de los conciudadanos del poeta, contraste que pone en evidencia su doble error, moral e intelectual, y, por consiguiente, fundamenta la incitación a mudar de actitud con que se abre la elegía.

Los dos primeros dísticos contienen, pues, una primera forma del esquema exhortación-reflexión que recorre toda la obra. Después de una laguna de por lo menos un verso, nos encontramos al término de otra exhortación más específica a <<luchar hasta la muerte>>(v. 5). A la exhortación sigue, por segunda vez, la reflexión y el fundamento, expresado en otras dos frases paralelas (vv. 6-9): de un lado, morir por la patria es por si mismo noble; del otro, la muerte vendrá sólo en el momento predeterminado por el destino.

Una tercera, y última, exhortación a correr al combate ocupa el centro de la elegía (vv. 9-11), da oportunidad para que se esboce, con sólo algunos rasgos, una imagen muy viva del guerrero yendo al encuentro del enemigo. A la exhortación sigue una compleja serie fundamentadora que recorre los cinco últimos dísticos, esto es, casi la mitad de la obra en la forma en que ha llegado hasta nosotros.

En el primer dístico de esos cindo (vv. 12-13) se adirma, de un modo rotundo, la necesidad de la muerte. (No sólo, pues la ocasión de la muerte está ya fijada por el destino, y es, por lo tanto, inutil tratar de evitarla rehuyendo el combate, sino que la muerte misma es, para el hombre, inevitable).

Sobre la base de esta afirmación , es establece en los dos dísticos siguientes (vv. 14-17) una nueva oposición entre quien, habiendo <<escapado>> al combate (ya por haberse salvado de morir en él, ya por haberlo rehuido), muere en casa, y el que cae en el campo de batalla: al primero nadie quiere ni lo echa de menos; al segundo, todos lo lloran.

La conciencia colectiva se ha introducido con eso, otra vez, para mediar entre el poeta y el ejemplo del éxito y noble conductaque él les propone a sus conciudadanos. La obra culmina con la evocación, en los dos últimos dísticos, de la impresionante figura del <<bravo guerrero>> , añorado cuando muere, y divinamente empinado, mientras viva, en la alta torre de su heroísmo.

Notemos cuán estricta y precisa es, hasta el fin, la articulación del andamiaje razonador del poeta. El penúltimo dístico (vv. 18-19) se opone, en su conjunto, al dístico que lo precede, fundamentando su segundo extremo: pero dentro de él se encierra una alternatica. El último dístico, a su vez, expresa el fundamento del segundo extremo de dicha alternativa, y eso en dos partes: la primera (penultimo verso), describiendonos con una bella imagen el modo como se refleja en la subjetovodad ad,orada de las gentes del pueblo la figura del héroe, y lenando, de esta manera, de profundo sentido real la imagen del verso anterior.

Y por último: la <<torre>>, que era primariamente imagen de la fortaleza impar del guerrero, adquiere al final el valor secundario, pero no por eso menos hondamente significativo, de emblema de aislamiento exento; al propio tiempo que la oposición del último verso, puramente verbal a primeravista, entre lo que el héroe, <<solo>> (esto es, po sí mismo, sin ayuda de nadie), es capaz de hacer, y las hazañas de <<muchos>> a que equivalen sus hazañas singulares, se transmuta oposición entre la <<muchedumbre>> indiferenciada de que las hazañas del heroe lo separan y aíslan, y su propia <<singularidad>>, su propia divina soledad.

El rigor intelectual que Calino pone al servicio de su función creadora es evidente. Pero resulta además que, como antes he apuntado, es precisamente en el rigor empleado por Calino en la configuración de su tema donde debe buscarse el fundamento verdadero de la impresión de vida que el poema nos produce. Dicha impresión, en efecto, no se funda, no puede fundarse, en los rasgos mismos de la circunstancia inicial, que apenas si están esbozados. Es sólo la referencia implícita a la circunstancia en cuestión en todos los puntos de la estructura de actitudes, motivaciones, impulsos reprimidos o promovidos, raciocinios y racionalizaciones, que Calino levanta a partir de ella la que nos induce a pensarla como si la tuviéramos ante los ojos, y nos lleva a llenarla de sentido vivido.

En la medida, pues, en que el poema de Calino recurre a la mediación de las nociones del intelecto para devolvernosante la circunstancia inicial de modo tal que gracias a dicha mediación nuestra mirada acaba por ver aquello mismo que empezó por comprender, con lo que la circunstancia ante los ojos resulta ser al propio tiempo y ante todo pura transparencia intelectiva, en esa medida el poema de Calino manifiesta la esencia general del lirismo bajo la forma particular que acabamos de describir. Lo distinto de nuestro poema y de la obra aquí reunida de los líricos giegos arcaicos estriba en que dicha esencia, reductible, como hemos dicho, a la fórmula general de la interpretación de la experiencia bajo la apariencia de la presencia inmediata, adopta la forma específica de un discurso ocasional, referido a la circunstancia del momento, motivado por el instante, orientado en la dirección de la acción real y de la historicidad concreta del poeta y de su público. Eso no era necesario y sólo con grandes dosis de ironía podría decirse que vale también para el discurso de los poetas modernos. Éstos, en efecto, no conocen verdaderamente el uso del tú y apenas saben cómo arreglarselas con el <<nosotros>>. La realidad en torno con que cuenta los poetas modernos es ya, desde el principio, mera experiencia subjetiva y no más que una presunción de la realidad: el poeta tal vez trate de establecer cierto contacto con la realidad aferrándose a su <<yo>>, pero éste se le desvanece siempre en último término en la pura impersonalidad del <<él>> a propósito del cual lleva a cabo sus experimentos y tentativas. El sujeto de la poesía moderna es, de hecho, un sujeto ideal y general, envuelto irremediablemente en circunstancias generales e ideales, sin concreción real ni compromiso efectivo. La poesía moderna arranca de la pura pretensión y desemboca en la ficción. La poesía de nuestros giegos arcaicos arranca, en cambio, de la realidad, y en ella desemboca. Paradójicamente, tal vez en ello estribe, desde nuestro punto de vista, su valor principal."" Juan Ferraté. Introducción II del libro Líricos griegos arcaicos.
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MensajeTema: Re: Sobre Calino y la lírica arcaica griega   Sobre Calino y la lírica arcaica griega Icon_minitimeSáb 06 Nov 2010, 03:32

Es bien probable que este sea el lugar de este texto, fundamentalmente en función del criticismo (un poco aséptico, si me permites) del Profesor Ferraté.
Desconfío, no obstante, de que sea este el más significativo de los textos que contiene la antología, con la que he de hacerme como sea (soy ahora mucho más consciente de su necesidad). Con "significativo" me refiero a que en él pueda rastrearse el gran GESTO de la poesía griega arcaica.
No pienso decir ni una sola palabra de ese GESTO, porque no hay tiempo ni lugar para ello, así que me lo reservo para contextos más floridos o, como diría Parménides, para el hallazgo de un camino "rico en decires".
Digo que no es significativo porque no es remarcable el GESTO, la diferencia, la novedad, la fundación que acontece en el poema arcaico, pero sí lo es en el sentido de que, tras la selva de lo épico, tras el sentido bélico del poema, hay una maraña, un colapso conceptual que es un destello, un brillo nimio de ese GESTO del que hablo:

Pues no está en el destino que el hombre se libre de muerte,
ni aunque remonte su estirpe a un dios inmortal


me gustaría ver en la edición bilingüe si ese "destino" es la burda y ridícula traducción que el castellano ad usum hace de "moira". Moira es la parte que toca, pero no la parte de un todo: no es repartir x entre y; es dar a cada cosa lo que le corresponde FRENTE (no DE, sino FRENTE) a lo que no le toca. Es ese repartir ontológico del que tampoco pienso decir una palabra. Pero esa "parte que toca" es el morir, sin distinción. Y esa mortalidad se enfrenta (de nuevo el concepto del "frente") a la inmortalidad del dios, que también, lo dice sintácticamente, es causa de la moira, es la parte que le toca al dios y que es esa porque no es la otra.

Es muy difícil seguir este discurso sin decir algo de lo que no quiero hablar ahora. Prefiero dejarlo aquí, en el filo de la suspensión. Os sugiero que, si os apetece, penséis un poco sobre ello (sobre este breve intuir que aun no ha dicho nada de cosas muy principales)... porque a lo mejor eso nos lleva en el futuro un poco más lejos. Esos dos versos valen su peso en oro. No para mí, no para la filología. Es un fúlmino haz de una hermosa historia sobre el origen de Occidente, hermanos. Nuestra historia.
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