Realidad y Evasión

Hay un palpito y la misma realidad parece temblar, en el mismo instante, el aliento echa a volar banderas blancas.

-Pero.... ....¿Que dices?

La almohada parece un saco de demonios que comienza a agrietarse, y hasta la misericordiosa Virgen Santímisa se rie de mí y da un giro más a esa rueca que me tira del corazón. Los pajaros huyen en desbandada, y las abejas caen fulminadas, todas.

-¿Se puede saber que estás diciendo?

La espiral se rompe, y las paredes están hirviendo, alguién me habla pero no escucho nada, solo retumban tres palabras, que parecen venidas de un sueño que no puedo recordar, pero que me acaban de decir, que no entiendo, que no quiero entender. Solo gritos lejanos, de una boca que una vez fué mía, y en el eco de esta caverna del alba, de esta tumba de cristal, las cadenas que la unen a la realidad ya solo son un hilo de seda dorada...

-¡¡¿¿Que demonios me estás diciendo??!!

Calla por un momento e intenta aferrarte a esa diminuta punta metálica al rojo vivo que pende de una crisálida. ¿Notas la quemazón en las yemas de los dedos?, ¿notas los nervios pinzados, golpeando, magullando cada parcela cerebral, susurrándote al oído que nada cuenta, que nadie vale, que esto, al fin y al cabo no es más que una pesadilla?
Y si esto no fuera real, si no fuera más que una realidad del subconsciente... ¿por qué te empeñas en girar la tuerca para abrir el escondite de la mariposa?


Perdona, es que te he leído y me ha salido solo =)

En mi mente hay un reloj... O al menos una de sus agujas, que toca mi alma y la va rasgando, segundo a segundo, avanza una micra.
Tic.
Se va hundiendo, va rasgando.
Tac.
Va cortando. En mi subconsciente se forma una tormenta, las nubes negras ondean y se retuercen como si lloviera hacia arriba.
Tic.
Tengo que girar la tuerca, tengo que parar este segundo que no calla, que truena, que me hunde en un estanque de demonios que no existen, de angeles que no lloran.
Tac.
La puerta está abierta.




Es justo que respondas, pues en verdad este texto lo he escrito después de leer tu relato de "Tejas rotas", que no quise salpicar de desvarios y por ello abrí otro post. Sin embargo, me ha encantado tu respuesta aquí.

Y entonces todo cesa.
Cesa el dolor. Cesa la agonía creada por el dolor.
Cesa la incertidumbre. Cesa la fuerza de tus músculos. Cesa la velocidad de tu mente.
Cesa el pulso, el color, la humedad. Cesa la razón.
Hebras escarlatas iluminan tus ojos; un olor almizclado, ni dulce ni salado, ni amargo ni afrutado; un sonido, un movimiento.
Un aleteo, una débil caricia. Un sordo silencio.


Gracias =) espero que esta otra parte tampoco te desagrade jaja